La tendencia actual es llevar nuestro estilo de vida al corazón de nuestra vida privada. Nuestros dormitorios son puro reflejo de nuestra jornada diurna en la que cada vez otorgamos más importancia a la practicidad y a la sencillez. Así los espacios diáfanos y minimalistas van ganando terreno frente a los conjuntos tradicionales de dormitorio.

El eje central del dormitorio sigue siendo la cama, pero ya no se trata de una cama alta, bajo la cual dejábamos zapatos o se escondían los niños de la casa, sino de una cama baja estilo cama japonesa (tatami), en la que descansamos a escasos dos palmos del suelo o canape que aumenta nuestra capacidad de almacenamiento.

Las mesillas de noche adquieren ahora nuevos roles: desde elementos de almacenaje o soportes de objetos ornamentales a centros de trabajo (este último uso no es muy recomendable pues el dormitorio es para descansar y desconectar de las obligaciones diarias). Pero lo más destacable es que se acabó la casi obligación de tener dos mesillas gemelas dispuestas de forma simétrica a ambos lados de la cama: la tendencia es que sean una prolongación de la estructura de la cama o que sean diferentes, incluso en altura, pues los usos y necesidades de cada durmiente son distintos.

Las cómodas o sinfonieres tienden a desaparecer y dan paso a fantásticos vestidores. Aunque, hay que decir que un buen mueble cajonero independiente del armario nunca viene de más.

La decoración del dormitorio se complementa con muebles auxiliares que invitan al descanso, -sillones y chaiseslongues-, y paredes casi desnudas. La tendencia grandes espejos que multipliquen la luz, cuadros sencillos (muchas veces únicamente bastidores) de grandes dimensiones y paredes limpias. Poca ornamentación pero muy seleccionada para que destaque.

Todos estos elementos crean nuevos ambientes mucho más enfocados al descanso, al relax y a la intimidad que precisa el centro de nuestra vida privada.

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